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La disputa Descartes - Harvey sobre la circulación sanguínea

                                  
En el campo de la fisiología se mantenían, aún en el siglo XVII, creencias de las antiguas enseñanzas aristotélicas. La teoría formulada por Galeno consideraba el movimiento de la sangre no circular, sino de ida y vuelta dentro del sistema venoso, y permaneció hasta la llegada del médico inglés William Harvey que, con la sola ayuda de la lógica y de sus observaciones experimentales, consiguió rechazarla y formular otra teoría con la que revolucionó esta rama de la medicina.

El modelo de la circulación sanguínea de Harvey, publicado en su obra De Motu Cordis, rechaza la posibilidad de que haya aire en los vasos sanguíneos, tal y como exponía la galénica, y demuestra que la sangre se expulsa de los ventrículos durante la contracción cardiaca (sístole) y retorna a las aurículas en la distensión (diástole). Así pues, la circulación pulmonar sigue el sentido ventrículo derecho-pulmones- aurícula izquierda-ventrículo izquierdo, y el pulso arterial se debe a que las arterias se llenan de sangre, no a una contrac-ción autónoma de éstas. Sin embargo, a este modelo aún le faltan pequeñas pinceladas que varios científicos conseguirán con posterioridad, pero no es sino su metodología, el análisis directo de la realidad y no de los procedimientos antiguos, la que consiguió instalar la revolución en la fisiología y, al mismo tiempo, integrarla en la ciencia.
A pesar del avance que supuso este descubrimiento, Harvey no encontró muchos apoyos en sus contemporáneos, sino más bien discrepancias. René Descartes aceptó su descubrimiento del movimiento circular de la sangre, pues esta era una teoría mecanicista que congeniaba con su propia visión del ser humano como una máquina. Sin embargo, no hizo lo mismo frente a la idea de la contracción autónoma del corazón, pues de acuerdo a antiguas tradiciones fisiológicas, pensó que la máquina humana funcionaba por el calor generado desde el corazón, que funcionaba de manera parecida a un horno, esto es, calentaba la sangre hasta que esta se hacía gaseosa y la pasaba a los pulmones, donde se volvía a condensar y se enfriaba. Además, en opinión del francés, los ventrículos se expanden, no se contraen, porque se activan con la llegada de pequeñas cantidades de sangre que se evapo-rarían bruscamente debido al calor del corazón. Así pues, Descartes concibió una máquina cardiovascular que cumplía el recorrido de Harvey y con la que, a la vez, denunciaba la debilidad de su teoría, puesto que el inglés no había hecho una completa reducción mecánica del movimiento sanguíneo.

Para concluir, diremos que, a pesar de esta discusión sobre la circulación sanguínea, estamos ante los fundadores de la Fisiología Moderna, y eso es lo que sucede en todos los ámbitos científicos. La ciencia ha ido avanzando a lo largo de los años debido a las intensas discusiones entre los distintos científicos y pensadores que se dedican a buscar explicaciones de los diversos fenómenos que ocurren a nuestro alrededor y en nuestro interior, como es en este caso, y no es sino su método y las refutaciones que sufren sus observaciones experimentales lo que le ha permitido a la ciencia llegar a convertirse en lo que es en la actualidad, indispensable en prácticamente todos los ámbitos de la vida (medicina, medio ambiente, sociología, física, etc).

Andreu Alberola y Lisanca Galindo.